El sistema financiero de los EEU, que venía atravesando una serie de inconvenientes
en los últimos meses, se ha visto ahora conmocionado con la caída en bancarrota de
Lehman Brothers Holdings, Inc., empresa que formaba parte, hasta hace relativamente
poco de “Los Intocables”, el grupo de los cinco grandes bancos de inversión: Citigroup,
JP Morgan Chase & Co, Lehman Brothers Holdings, Inc., Merrill Lynch & Co. y Morgan
Stanley.
Lehman tenía aproximadamente US$ 639.000 millones en activos para fines de mayo
con lo que se convierte en la quiebra más importante de la historia. Este valor supera
con creces el record anterior establecido por la empresa de telecomunicaciones
WorldCom Inc., la cual tenía US$ 107.000 millones en activos cuando se declaró en
quiebra en el año 1992.
La quiebra de Lehman Brothers representa el fin de una historia para una institución
que durante 158 años superó momentos difíciles tales como guerras, la crisis asiática
de 1997 y otras grandes dificultades.
¿Cuál fue el origen del problema?
Una banca de inversión, por su naturaleza, no recibe depósitos del público general, lo
cual fue un factor que contribuyó a que las autoridades del gobierno norteamericano
no prestaran auxilio a Lehman para evitar su quiebra.
Sin embargo, la causa de la quiebra de Lehman se fundamenta en las operaciones que
mantuvo la empresa en el financiamiento de activos de alto riesgo, los cuales entraron
en crisis particularmente, lo invertido en bonos garantizados con créditos hipotecarios
en la conocida crisis de los créditos subprime. Pero, ¿qué significa esto?
La crisis subprime es consecuencia de que durante años en los EEU, las tasas de
interés eran sumamente bajas. Esto condujo a que los bancos comerciales tuvieran
una ganancia reducida, lo cual hacía que el margen de intermediación fuera cada vez
más pequeño. Para incrementar los beneficios, los bancos optaron por dar créditos a
personas con mayor riesgo, a una tasa de interés más alta, e incrementaron el número
de operaciones.
En lo referente a dar créditos de alto riesgo se enfocaron en lo que se ha denominado
los “ninja” (no income, no jobs, no assets o sin ingresos, sin trabajo, sin activos),
clientes de alto riesgo pero que estaban dispuestos a pagar más. ¿Por qué hacían
eso? La respuesta es simple. Ante el boom inmobiliario, si se le prestaba a un “ninja”
US$ 150.000 para adquirir una vivienda y esta persona no pudiese pagar su valor
La magnitud de esta quiebra se ve reflejada en el hecho de que Lehman es el mayor banco
de inversión en colapsar desde el año 1990, cuando Drexel Burnham Lambert solicitó
protección por bancarrota durante la crisis de bonos especulativos o los llamados
bonos “chatarra”. al cabo de un período de tiempo, era muy probable que el precio del inmueble
se hubiese incrementado producto de la situación económica favorable por la cual atravesaba los EEU. De esta manera, por ejemplo, era razonable suponer que este activo pudiera liquidarse un año después en US$ 200.000. Por lo tanto, si se llegase a ejecutar la garantía, el banco aún tendría un buen margen de ganancias. Por otro lado, el comportamiento favorable de la economía americana implicaba que si un “ninja” se quedaba sin trabajo, pronto podría conseguir un empleo y seguir pagando el crédito.
Esto funcionó bien por algunos años. Este tipo de créditos se denominan “subprime” por el riesgo que involucran. En cuanto al aumento del número de operaciones, el apogeo de los créditos
hipotecarios, condujo a los bancos a buscar nuevos mecanismos para obtener más fondos para otorgar préstamos. Esto se hizo posible por medio de la titularización o generación de notas estructuradas de los créditos otorgados a los “ninjas”, los cuales fueron particularmente atractivos debido a que el gobierno federal ofreció garantías en caso de que estos créditos no fuesen pagados por los acreedores.
Los grandes compradores de estos bonos fueron por excelencia las bancas de inversión, Bearn Stearns, Lehman, Merrill Lynch, entre otros. Estas bancas vieron en los bonos una excelente oportunidad para canalizar los cuantiosos fondos provenientes de inversionistas institucionales.
Fin de la fiesta
El problema con estos bonos tuvo sus inicios cuando la Reserva Federal (FED) comenzó a subir las tasas de interés y, con ello, las tasas pagadas por los deudores subprime. Los intereses fueron tan altos que las cuotas se volvieron impagables para algunos. Acto seguido, comenzó a pasar lo que nadie parecía haber contemplado: el deudor no pagaba y por ende entregaba su inmueble.
En consecuencia, se presentaron dos inconvenientes más. Por una parte, debido al
aumento de las tasas de interés, el mercado inmobiliario y los precios de las viviendas
comenzaron a caer de tal manera que para el año de 2007, el número de viviendas no
vendidas alcanzó su récord en los últimos 25 años en Estados Unidos. Por otra parte,
en el mercado financiero el problema se presentó cuando los subprime dejaron de
pagar sus viviendas y con esto, afectaron los precios de los bonos emitidos por estas
bancas.
Lehman tenía poco más US$ 630.000 millones en activos financiados con US$ 30.000
millones de acciones a fines de agosto. Tener tan poco capital significa que una caída del
5% en activos eliminaría el valor de la firma, lo cual fue considerado por inversionistas
como un riesgo real dado los miles de millones de dólares de títulos hipotecarios en
su poder.
La tensión en los mercados internacionales no se ha hecho esperar; los principales
índices financieros cayeron a niveles que no se registraban desde el año de 2001.
Instituciones financieras en todo el mundo han registrado, de acuerdo con cálculos
del Deutsche Bank, más de US$ 500.000 millones en amortizaciones y pérdidas por
créditos, debido a la propagación de esta crisis a otros mercados.
Los grandes compradores de estos bonos fueron por excelencia las bancas de
inversión, Bearn Stearns, Lehman, Merrill Lynch, entre otros, quienes vieron en estos
bonos una excelente beta de ingresos y los cuales disponían de cuantiosos fondos provenientes
de inversionistas institucionales.